165 años de un mundo con Freud.
Hace 165 años nació en Freiberg, Moravia, provincia del Imperio Austríaco, el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, una de las mayores figuras intelectuales del siglo xx. Para conmemorar, hablaremos un poco de su obra.
Freud revolucionó la forma en que los seres humanos se concebían a sí mismos, revelando que existían partes inexploradas en la mente de las personas, el impacto de sus teorías es tal que, su pensamiento sigue vigente en la labor psicológica actual.
En 1923 el psicoanalista publicó una de sus obras clave “El yo y el ello”, en donde se definieron otros tres conceptos clave: el yo, el ello, y el superyo. En cuanto al yo se puede decir que surge a partir de la interacción del ser humano con su realidad, adecuando sus instintos primitivos (el ello) con el ambiente en que vive; el ello es el componente innato de los individuos, las personas nacen con él y consiste en los deseos, voluntades e instintos principalmente originados por el placer; en cuanto al superyo se desarrolla a partir del yo y consiste en la representación de los ideales y valores morales y culturales del individuo, actúa como un «consejero» para el yo. Estos tres componentes de la formación de la personalidad son las representaciones de la impulsividad, de la racionalidad y de la moralidad.
“Si no podemos manifestar nuestros verdaderos deseos porque vivimos en un ambiente o sociedad represivos, aparecerán en nosotros unos mecanismos de defensa para canalizar estos deseos de una forma aceptable”
Freud creía que cuando una persona no es capaz de reprimir sus deseos más inconscientes o adecuarlos a una una forma aceptable en la sociedad, podría ser síntoma de un trastorno mental.
En cuanto al complejo de Edipo, Freud explicaba que los niños siempre buscan el contacto con su madre, sin embargo, al estar su figura paterna se le impide esa unión, por lo que el niño genera, ante la presencia del padre que le aleja de su madre, un profundo rechazo hacia él y, debido a tal impedimento es que el niño tenderá a buscar mujeres parecidas a su madre; por el contrario, las niñas van a buscar, al ser adultas, esa figura masculina, como la de su padre, en otros hombres, a esto se le conoce como complejo de Electra.