Preocupa el continuo avance de contagio de coronavirus en la Ciudad de México
Funerarias y crematorios de Iztapalapa, la alcaldía más poblada de la capital, con dos millones de habitantes, han visto multiplicado su trabajo en dias recientes
Redacción
Iztapalapa ha resultado el municipio más afectado del país hasta este momento, de hecho, el país registró el jueves su mayor incremento en número de contagios en un solo día, casi 2.000, con lo que se aproxima ya a los casi 30.000 infectados confirmados y cerca de 3.000 muertos.
Ante esta realidad, desde el punto de vista de salud, ahora es clave que los habitantes de las zonas más afectadas tengan claro que deben seguir en casa o empezar a encerrarse, si es que no lo han hecho, porque el virus puede poner muy grave a una persona en muy poco tiempo y puede que no tengan adónde acudir.
Rafael Herrera, operario de una empresa de cremaciones privada situada detrás del panteón San Nicolás Tolentino, no recuerda una situación similar en sus 25 años de oficio. Han ampliado el horario seis horas pero no parece suficiente.
Estamos trabajando de 6 de la mañana a 12 de la noche”, indicó. “No nos damos abasto”.
Los tres hornos del crematorio público del panteón también operan jornadas más largas, pero algunas funerarias piden que trabajen las 24 horas. La recomendación de las autoridades es incinerar a todos los fallecidos por COVID-19 y el gobierno de la capital incluso paga por las cremaciones.
Lo más crudo de todo esto es no poder homenajear a tu familiar ni acompañarlo”, agregó resignada.
En la Ciudad de México hay más de 8.100 contagiados y casi 700 muertos, una cuarta parte de los registrados en todo el país, pero las autoridades reconocen que el número real de infectados sería mucho mayor por los asintomáticos o quienes padecen una forma leve de la enfermedad.
México ha hecho muy pocas pruebas en comparación con las realizadas en otros países, lo que hace temer a muchos expertos que el impacto de la epidemia sea mayor del que se cree.
Esta semana las calles de Iztapalapa comenzaron a verse más vacías y, pese al escepticismo que todavía priva entre algunos de sus habitantes, hay preocupación porque muchos no pueden hacer cuarentena ni aislarse.