El tétrico pasado del Colegio Salesiano
En la actualidad, el Colegio Salesiano de Querétaro es ampliamente reconocido por su prestigio educativo en la región. Si bien muchos conocen su ubicación y renombre, pocos están al tanto de su pasado, y es que antes de convertirse en una institución educativa, el sitio albergó un panteón.
El Panteón del Espíritu Santo, que durante muchos años fue el cementerio más destacado de la región, se encontraba en lo que hoy es el centro de la ciudad, que en su época era considerado un lugar en las afueras. Los terrenos que ocupaba habían sido parte de la hacienda de Casa Blanca.
Los límites del panteón se extendían desde la actual Avenida Constituyentes al norte hasta la calle Vicente Guerrero al sur, y desde la calle Melchor Ocampo al este hasta el camellón central de la Avenida Ignacio Zaragoza al oeste. A pesar de su importancia histórica, con el crecimiento de la ciudad en esa dirección, surgió la idea de reubicar el panteón para evitar tener un cementerio en medio de la urbe. Con el tiempo, la memoria de su existencia se ha desvanecido para muchos, aunque aún perdura en la memoria de algunos.
Varias figuras de relevancia histórica encontraron su última morada en el Panteón del Espíritu Santo. Entre ellas se destaca el señor Arcediano Florencio Rosas, cuyos restos fueron trasladados posteriormente a una cripta donde descansan en la actualidad.
El Colegio Salesiano, que ocupa ahora el lugar que antes fuera un cementerio, ha sido escenario de relatos y experiencias sobrenaturales. Alumnos y profesores afirman haber tenido encuentros inexplicables en el edificio, lo que ha dado lugar a anécdotas y leyendas de lo paranormal. Si eres o fuiste parte de la comunidad salesiana, ¿alguna vez viviste una experiencia inusual en este lugar?