La Casa de la Marquesa: un tesoro histórico en Querétaro

Las calles de Querétaro atesoran historias, y en cada rincón de la vieja ciudad, susurra el eco de tiempos pasados. Entre las majestuosas casonas que se erigen como testigos mudos de una época distante, destaca la famosa «Casa de la Marquesa». Esta antigua residencia perteneció a Doña Paula Guerrero y Dávila, esposa del Marqués de la Villa del Villar del Águila, quien encargó la construcción de este impresionante edificio en 1756.

El arquitecto Cornelio, un maestro en el estilo barroco civil del siglo XVII, fue el responsable de dar vida a esta obra maestra. La «Casa de la Marquesa» es un testimonio tangible de la destreza en la cantería labrada, los detalles moriscos y la belleza en cada rincón. Su interior albergó a figuras históricas de renombre, como el presidente Eulalio Gutiérrez y los emperadores Maximiliano de Habsburgo y Agustín de Iturbide.

En 1917, durante el breve período en que Querétaro fungió como la capital de la República, esta casa se convirtió en la residencia oficial de la Secretaría de Relaciones Exteriores del Poder Ejecutivo, bajo el mando de Don Venustiano Carranza.

En 1995, la «Casa de la Marquesa» fue transformada en un lujoso hotel, con 13 suites elegantemente decoradas con objetos de todo el mundo. Cada detalle se ha cuidado con esmero para crear una atmósfera relajante y distinguida.

Una fascinante leyenda rodea a esta casa. Se dice que el Marqués se enamoró de una monja clarisa que, por lealtad a su vocación, rechazó cualquier relación con él. Sin embargo, le pidió al Marqués que construyera el majestuoso Acueducto de Querétaro para llevar agua a la ciudad y que erigiera la casa más hermosa de Querétaro. La casa ha sido restaurada con esmero, revelando las pinturas originales en sus muros decorativos.

Hoy en día, «La Casa de la Marquesa» es una joya barroca digna de admiración y uno de los hoteles más exclusivos de México, que honra la rica historia colonial del país. Su nombre perdura como testimonio vivo de una época pasada en las calles de Querétaro.

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