La Casa del Inquisidor: entre mitos, misterios y desolación
La existencia de la orden inquisitoria en Querétaro ha sido objeto de debate y misterio a lo largo de los años, en particular en relación con la Casa del Inquisidor, ubicada en la calle Próspero Vega 37, la cual ha sido objeto de numerosos mitos y leyendas a lo largo del tiempo.
Se le atribuye este nombre debido a la creencia de que sirvió como sede de la Santa Inquisición. Se ha sostenido que en su interior se descubrieron instrumentos de tortura, lo que ha contribuido a la percepción de que fue utilizada con propósitos inquisitoriales; Además, se ha afirmado que la casa fue habitada por Juan Caballero y Osío, quien tuvo vínculos con la corte de la Inquisición, fortaleciendo aún más esta teoría.Sin embargo, de acuerdo a diversos historiadores no existen pruebas sólidas que respalden la existencia de torturas en el lugar, pues de acuerdo a documentación y testimonios de la época, los juicios de la Inquisición se llevaban a cabo exclusivamente en la Ciudad de México
La construcción de la Casa del Inquisidor data del siglo XVIII, en la antigua “Calle Nueva” por el sacerdote Francisco Lepe, su arquitectura, que algunos describen como fortaleza, se originó por la preocupación de los franciscanos ante posibles ataques debido a su proximidad al río Querétaro, que separaba la ciudad de la «otra banda». A lo largo de los años, la casa cambió de propietarios y, como mencionamos anteriormente, fue escenario de rumores sobre torturas, tesoros ocultos, apariciones paranormales y supuestos cadáveres emparedados.
La Casa del Inquisidor cuenta con túneles, en los cuales se rumorea que se hizo un hallazgo inquietante: dos esqueletos abrazados, como si hubieran sido enterrados en vida. Esta macabra escena ha dado pie a la creencia de que la casa alberga fantasmas que deambulan por los oscuros pasajes.
A lo largo de los años, se han tejido numerosas historias en torno a esta enigmática casa, incluso algunas personas sostienen que los instrumentos de tortura encontrados en su interior fueron deliberadamente colocados allí para dar más fuerza a las leyendas que la rodean.
Lo que es cierto es que la casa permanece desolada, en busca de un comprador, pues pese a los múltiples interesados dispuestos a pagar más de 60 millones de pesos, la venta del inmueble no se ha concretado por extrañas circunstancias.