La Gárgola de la Cantera, una leyenda queretana
En 1745, frente al templo de San Agustín vivía una familia que tenía una joven hija, la cual disfrutaba de sentarse en el marco de las ventanas de su hogar para admirar cada rincón del templo, hasta que su mirada llegaba a una gárgola.
Durante una tarde, la joven se encontró con un apuesto joven que la miraba desde lo más alto del templo; al percatarse de ello, decidió cerrar la ventana.
Al día siguiente, nuevamente volvió a encontrarse con el mismo rostro, por lo que volvió a retirarse “apenada”.
Los días pasaron y el intercambio de miradas continuó, incluso el apuesto joven se acercó para declararle su amor, sin embargo la chica únicamente cubría su rostro con un pañuelo.
Después de un par de intentos de declararle su amor, el joven amenazó con trepar la conocida gárgola y acabar con su vida si no salía a recibirlo; asustada por la situación, la joven decidió asomarse por la ventana, pero no encontró rastro de su amado.
Unos minutos después se escucho un fuerte crujido, el cual provenía de la gárgola, que no había soportado el peso del joven y había caído junto con él.
Las personas rodearon el lugar con la inquietud por la cual el joven se habría suicidado, mientras que la chica cerró la ventana con un sentimiento de remordimiento.