La planchada, la enfermera fantasma que visita los hospitales
En prácticamente todos los hospitales del país se conoce la leyenda relacionada con una enfermera que ronda los nosocomios y que, aseguran, pertenece a otros tiempos, en Querétaro se le conoce como “La Planchada”, nombre que se le ha dado por el uniforme amilanado e impecable que viste.
Según cuenta la leyenda, esta enfermera visita a pacientes en estado crítico y tras la visita, éstos fallecen; sin embargo, también hay enfermos que aseguran haber sido atendidos por una enfermera rubia.
Hay quienes aseguran haberla visto en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de Zaragoza e incluso aseguran que por muchos años el 4º piso de este conocido nosocomio estuvo cerrado debido a la presencia de esta enfermera.
El origen de La Planchada tiene dos historias distintas, pues hay quienes dicen que se trató de una enfermera muy dedicada a su profesión, quien después de su muerte decidió continuar ayudando a los enfermos; por otro lado, hay quienes comentan que era una enfermera muy mala a quien se le olvidaba atender a sus pacientes, quienes morían bajo su guardia y es por ello que aseguran que el remordimiento no la ha dejado descansar en paz y por eso regresa para tratar de remediar lo que hizo mal en vida.
Otras versiones señalan que esta mujer llevaba en vida el nombre de Silvia y vivió en la década de los años cincuenta, quien por muchos años trabajó en la clínica del IMSS, se trataba, según describen, de una mujer soñadora, carismática, educada y muy bonita, quien un día se enamoró de uno de los doctores de este hospital, un hombre llamado Joaquín.
Joaquín era un cardiólogo reconocido en su gremio, muy guapo, según relatan, por lo que Silvia no tardó en caer a sus pies y ser correspondida por este atractivo médico. Enamorados, una noche que salieron a cenar, Joaquín se excedió de copas y, entre la excitación del momento, se puso de rodillas y le pidió a Silvia que fuera su esposa.
Una vez que pasó el efecto del alcohol, Joaquín se inundó de remordimiento pues él estaba prometido en matrimonio con otra persona de su ciudad natal; lo que motivó que comenzara a portarse distante, cortante e incluso malhumorado con Silvia, hay quienes dicen que hasta violento.
Silvia, confundida por el repentino cambio de su prometido, un día se acercó para preguntarle qué pasaba y, preso de la desesperación y el remordimiento, Joaquín le dijo la verdad y sin voltear a verla, salió de la habitación y la dejó ahí abandonada.
Un día después Joaquín partía del hospital y, antes de su partida, Silvia se acercó a él y le susurró al odio su maldición: “Te maldigo para siempre, jamás serás feliz. Vivirás con la eterna culpa que yo te provocaré, te odio, te atormentaré en esta vida y aún después de muertos”.
Tras la partida de Joaquín, esta enfermera que anteriormente era reconocida por su belleza y sonrisa, apareció distinta, la jovialidad que la caracterizaba desapareció y se fue transformando en una mujer grotesca.
Un día en que todos la buscaban en el hospital, nadie daba con su paradero hasta que una compañera la encontró y un grito ensordecedor alertó a todos sus compañeros…
Todos acudieron corriendo, intentando ver qué había ocurrido y el director del hospital, atemorizado, logró ver el cuerpo inerte de Silvia colgado desde un tubo de ventilación, encima de un charco de sangre que seguía creciendo con cada gota que caía de las muñecas abiertas de la enfermera; en la pared adyacente, escrito con sangre de un rojo brillante, se leía: “Joaquín, tú hiciste esto. Te odio”.
Silvia fue enterrada y recordada en su velorio como la mujer que siempre fue. Sin embargo, no pasó ni un año antes de que doctores y enfermeras empezaran a verla rondar por los pasillos, vestida de un deslumbrante blanco, invitando a la gente para que la siguiera. Su rostro era tan bello como siempre, pero su mirada y gesto era ahora inexpresivo, ausente.
Cuenta la leyenda que muchos empleados desaparecieron después de ver a Silvia. Al seguirla por los obscuros pasillos del hospital, se encontraban con una muerte segura. Unos años después, comenzaron a reportarse desapariciones en otros hospitales de México, hasta que personas que conocían la historia comenzaron a alertar a los demás de no seguirla, nunca seguirla.