Polacos LGTB se van del país en un ambiente hostil
Cuando un partido populista conservador ganó las elecciones de Polonia hace cinco años, Piotr Grabarczyk temió que a hombres homosexuales como él y otras personas LGTB pudieran pasarles “cosas malas”
Redacción
Sus amigos y su empleo ataban a Grabarczyk en Varsovia, la relativamente progresista capital del país. Confiaba en que la pertenencia de Polonia a la Unión Europea protegiera a su comunidad. Pero su escasa fe terminó por desvanecerse cuando el presidente, Andrzej Duda, basó su campaña de reelección en atacar a la comunidad LGTB, y ganó.
Duda, que ha descrito varias veces al movimiento de derechos LGTB como “ideología” peligrosa, asume su segundo mandato el jueves. Grabarczyk, de 31 años, se ha marchado, al igual que otros polacos gays, lesbianas, bisexuales y trans que emigraron para escapar de lo que consideran homofobia fomentada desde los más altos niveles del gobierno.
“Es como, ¿dónde está la línea? ¿Hay una línea que no vayan a cruzar? No lo sé”, dijo Grabarczyk tras aterrizar la semana pasada en Barcelona, España, donde los matrimonios y adopciones en familias homosexuales son legales. “Eso daba un poco de miedo”.
Él habló con The Associated Press junto con su novio, Kamil Pawlik, de 34 años, que se fue de Polonia tres días después de que Duda ganara al alcalde de Varsovia en la segunda vuelta electoral el mes pasado.
Aunque Polonia nunca ha reconocido el matrimonio o las uniones civiles homosexuales, muchos creían hasta no hace tanto que la sociedad polaca se estaba volviendo más tolerante y que esos derechos acabarían llegando.
En lugar de eso, han encontrado una férrea oposición de la Iglesia católica y el gobierno. Duda propuso una enmienda constitucional para impedir que parejas homosexuales adoptaran niños. El arzobispo de Cracovia advirtió el año pasado sobre la “plaga arcoíris», y el gobernante partido Ley y Justicia ha descrito los derechos LGTB como una amenaza para las familias y la identidad católica polaca.
No hay estadísticas sobre cuántas personas LGTB se han ido de Polonia. Los activistas dicen que algunos se fueran después de que Ley y Justicia y Duda, que tiene el apoyo del partido, llegaran al poder en 2015 y crearan un entorno hostil para progresistas y minorías.
Un destacado activista LGTB, Bart Staszewki, preguntó en Facebook tras las últimas elecciones si alguien estaba considerando marcharse de Polonia. Recibió cientos de respuestas, la mayoría de gente diciendo que lo estaba pensando o ya se había ido.
El reciente éxodo es una “segunda ola de emigración” tras las personas que se mudaron al extranjero para trabajar cuando Polonia se unió a la UE en 2004, dijo Staszewki.
Otros, como Staszewki, han prometido quedarse y pelear por los derechos LGTB. El activista de 29 años dijo sentirse inspirado por el ejemplo de sus abuelos, que participaron en la resistencia clandestina polaca contra la ocupación alemana durante la II Guerra Mundial.
Escapar no es una opción realista para todo el mundo, especialmente las personas de zonas rurales que no tienen dinero, no hablan otros idiomas o carecen de otras capacidades para comenzar de nuevo en otra cultura.
Michał Niepielski, técnico de radio de 57 años y que vive en Cracovia, ha acudido a la Corte Europea de Derechos Humanos con la esperanza de que se reconozca su derecho a casarse con su pareja desde hace 16 años. Aunque habla algo de inglés y podría mudarse, señala, no podría conseguir trabajo en su campo en otro país.
En declaraciones a AP, Niepielski admitió que su pareja y él están “muy asustados”. La reciente decisión de la UE de negar pequeñas cantidades de financiamiento a localidades polacas que se declaran “libres de LGTB” les dio algo de esperanza, señaló.
Los derechos LGTB no han desaparecido del debate público tras los comicios. El Ministerio de Justicia ha concedido fondos a un proyecto para combatir delitos “cometidos bajo la influencia de la ideología LGTB”.
Tres activistas que protestaban contra la homofobia fueron detenidos esta semana y acusados de faltar al respeto a monumentos u ofensa a sentimientos religiosos, por colgar banderas arcoíris en estatuas de Varsovia, incluida una de Jesucristo. Si son condenados, podrían ir a prisión.
Sin embargo, no hay una ley que penalice el discurso de odio contra las personas LGTB.