UNAM lidera iniciativa para salvar a los colibríes en CDMX

«Salvaje» llamamos a la naturaleza para invocar su cualidad destructiva, impredecible y «desorganizadora». Pero tal vez en estos tiempos, salvaje es precisamente nuestro paso por el mundo. 

En México, particularmente, lo urbano se va desarrollando en torno a un principio errático: la necesidad; y no puede ni detenerse a pensar en el futuro o en la manera en que esta necesidad atraviesa otras formas de vida. 

Este salvajismo ha afectado duramente a muchas especies naturales de las que, paradójicamente, dependemos si queremos mantener nuestro propio ritmo. Entre ellas están los colibríes y otros polinizadores (como las abejas). 

Los colibríes son esenciales para nosotros. Claudia Rodríguez, investigadora que forma parte de un hermoso proyecto de protección de colibríes de la UNAM lo resumió bien: 

el colibrí es un «organismo que ha estado muy atado a la sensibilidad y al corazón de los mexicanos.» Esta fantástica ave ha sido representada por distintas culturas de nuestra tierra y tiene un lugar divino en múltiples cosmogonías. Es eternamente simbólica. 

Pero eso no es todo, como explica María del Coro Arizmendi, quien generó junto a la UNAM el proyecto «Jardínes Urbanos para Colibríes»: «Acabar con los polinizadores nos va a hacer acabar con nosotros mismos.» Solo en México hay 58 especies de colibríes, según la investigación de María y estos ayudan a polinizar alrededor de 1300 especies silvestres (como piña, frijol, plátano y muchas más). 

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