La verdadera historia del águila devorando una serpiente
Si en México existe un símbolo patrio por excelencia ese sería sin duda el águila devorando una serpiente encima de un nopal que yace en la bandera mexicana.
Esta historia comienza en Aztlán – lugar que hasta hoy en día se desconoce su ubicación exacta – de donde provenían los mexicas, un lugar que dejó de ser habitable para esta cultura, lo que los obligó a establecerse en otro sitio.
En el año de 1325, tras viajar mucho y no sentirse cómodos ni encontrar su lugar deseado llegaron a un islote cercano al lago de Texcoco.
Justo cuando los mexicas llegaban al lugar vislumbraron la reencarnación del dios Huitzilopochtli sobre un nopal devorando una serpiente.
Esta señal fue la que dio pie a la construcción de la ciudad de Tenochtitlan, uno de los pueblos mesoamericanos más importantes y poderosos de su época.
Los historiadores cuentan que el área en donde hoy en día se encuentra Tlatelolco ya era habitado años antes de la llegada de los mexicas, por lo que este pueblo llegó a someter a los habitantes de esa región y así quedarse con un territorio ventajoso para acrecentar sus ciudad.
En el mito fundador se dice que el águila era la reencarnación de Huitzilopochtli bendiciendo el lugar donde los mexicas se asentarían, el nopal representa Tenochtitlan y la serpiente encarnaba la sabiduría de Quetzalcóatl.
Sin embargo con la llegada de los españoles, el significado y la leyenda cambiaron, alterando frases como «la serpiente que silba» a «la serpiente destruida», dejando así un significado de pecado y del mal.
Con el tiempo, los heraldos europeos le adjudicaron un significado sistinto al águila, pensando que representaba al pueblo mexicano lleno de fortaleza.
Este símbolo ha cargado con un significado diferente para cada mexicano dentro y fuera del país, lo cierto es que es un símbolo de pueblos mestizos que conformaron al pueblo que posiblemente haya sido el más poderoso de todos.