Conoce la historia de la alberca “El Capulín”, la encargada de suministrar agua al acueducto de Querétaro

En el año 1726, el español Juan Antonio de Urrutia y Arana, Marqués de la Villa del Villar del Águila, inició la construcción en la alberca del pueblo de La Cañada, para almacenar el agua de los manantiales que se encontraban a su alrededor. 

Al principio, el caudal de agua no era abundante, por lo que se realizaron obras de excavación, aumentando la corriente de agua, teniendo un total de 26 litros por segundo; aquí es donde entra el acueducto. 

La construcción se inició el mismo año que la alberca “El Capulín” y terminó nueve años después, en 1735. Con una estructura de 74 arcos, distribuidos en 1.298 metros y contando con 28 m de altura en su punto más alto, es uno de los más grandes de todo México. 

Una de las historias sobre la construcción de este majestuoso acueducto, dice que las monjas capuchinas, expusieron al Marqués sus quejas sobre la necesidad que tenían de agua limpia para su menesteres, porque aunque Querétaro tenía bastante agua del río, le faltaba pureza y claridad. Sin embargo, la más popular es que el Marqués estaba enamorado de la monja Sor Marcela y esta fue su manera de demostrarle amor. 

Hoy en día, el acueducto es un referente para los turistas nacionales y extranjeros que visitan la Ciudad de Querétaro, pero no todos conocen su historia. 

En la Plaza Independencia, podemos encontrar una estatua de Juan Antonio de Urrutia y Arana, quien fue el encargado de su construcción y todavía podemos localizar la alberca que distribuía el agua en el municipio del Marqués. 

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